Los triglicéridos son nuestro enemigo interno: provienen del azúcar y la grasa que comemos (y que muchos aman comer), y pueden traernos problemas que van desde riesgos cardíacos hasta una posible aparición de diabetes tipo 2. Sin embargo, el azúcar de la miel es una feliz excepción a la regla de los triglicéridos.
Algunos estudios han demostrado que consumir miel en vez de azúcar puede reducir los niveles de triglicéridos. Estudios optimistas cifran esta diferencia en hasta un 11-19% menos de riesgo por triglicéridos en quienes consumen miel como sustituto.